la imagen de la lluvia
Hace unas pocas horas caminaba por el puente peatonal de la 26 con 45 --ese puente que queda frente a la embajada de EEUU, y que como rasgo distintivo exhibe una serie de barreras de concreto reforzado que (supongo) impiden el lanzamiento de rockets o similares hacia la embajada-- y confirmé una vez más que el cruce de este puente es, para mí, justo una experiencia que llamaría "mística", pero mística bonita. Siempre que lo cruzo quedo con una imagen más que memorable, de esas viscerales, en la cabeza: los atardeceres que inundan de tonos naranja todo el occidente de la ciudad, un AirbusA340 de Iberia colándose entre las nubes, estará en 8 horas en Madrid, la niebla colándose entre Monserrate y Guadalupe, el Colpatria vestido de morado, la luces rojas interminables de los stops en un sentido, las luces blancas en el otro, los altos árboles de la Universidad Nacional, golondrinas, mi paradero de bus del colegio.
Digo que confirmé lo místico de mi cruce del puente, porque me quedé absorto mirando la lluvia cayendo, iluminada de naranja por los faroles que se suceden al caminar... nunca había visto la lluvia así, de pronto era porque hoy estaban cayendo gotas muy finas, ni muy pesadas ni muy pequeñas. La imagen de la lluvia era la imagen de muchas, incontables, líneas de pequeños guiones intermitentes de luz naranja. (Analogía):
----------------------------------------------------------------
----------------------------------------------------------------
----------------------------------------------------------------
Lo bonito es que cada rayita, cada guión, no podía ser una gota individual, porque si así fuera mi paraguas sonaría endemoniadamente duro. No, cada rayita debía ser el resultado de la conjunción de la rapidez de la gota (que para todas, era aproximadamente constante y muy muy alta), conjugada con la razón a la cual mis ojos pueden percibir cuadros por segundo (tengo entendido que, alrededor de 20 cps, comenzamos a percibir un "continuo"). Al comienzo no hice sino pensar, como acabo de hacer, en qué era lo que hacía que viera la lluvia así, no podía resistir la tentación srguillotciana de encontrar una explicación física, algo que me "diera cuenta de". Pero después de un minuto, me di cuenta que todo lo que quería ver era lo bella que se veía la lluvía así, nada sino eso, no interesaba el por qué, sino sólo el qué y sobretodo cómo.
Era una imagen de lluvia hecha para mí, una lluvia naranja, una lluvía simétrica, una lluvia...
luego sonreí, y llegué a mi casa con un hambre incomparable.