(if x then not x)
Si entraba en un ángulo muy pequeño, cercano a la línea vertical, estallaría en llamas, víctima del voraz apetito de una atmósfera que no es azul, una gota de sudor ebulliendo sobre su frente, la ventana derritiéndose sobre sus ojos, la condena digna del primer y último hereje.
Pero si corregía demasiado, rebotaría inevitablemente hacia el vacío, la desesperación de un grito mudo, lo inútil de las maniobras, una asfixia lenta, las lágrimas congeladas, la oscuridad impenetrable, un cadáver olvidado de sí mismo en órbita alrededor de una estrella moribunda.
El cálculo indicaba que habría una pequeña ventana por la que podría entrar y sumergirse en las tibias aguas del oceáno. Amanecería.
Pero no se tomó lapiz y papel.
No se oprimió el botón rojo.
No había botón rojo.
No había cápsula, ni ángulo, ni ventana.
Su error fue creer en distintos futuros posibles.
El universo no dejó nada en sus manos.
No deja nada en las manos de nadie.