Punto de quiebre

Estar ahí, sentado, en el borde del desfiladero. Estar ahí, con un viento fuerte y frío golpeando la cara y agitando el pelo, con el lejano rugir de las olas, el olor de la lluvia fresca. Estar ahí, los ojos fijos en el horizonte, comprobar de un vistazo que no todo acaba donde parece acabar. Estar ahí, musitar un par de palabras, tartamudear, creer que hay un hilo que conduce a donde uno quiere, donde uno elige. Estar ahí, sonreír por un instante, abrazar el futuro con las puntas de los dedos. Estar ahí, tragando saliva en el punto de quiebre.

Me pregunto qué días aparecerán en el álbum de fotos definitivo, qué cosas inatrapables inician con un apretón de manos, qué dulce, qué ácida, qué maravillosamente enceguedora puede ser esta ilusión de libertad.

A mi corazón le gusta estar aquí, en el borde del desfiladero, en el punto de quiebre.

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