sábado 22:20
Se me ocurrió traducir todas mis angustias en términos de la búsqueda del suelo perfecto para dejar huellas: un suelo ubicable, como tantas cosas, entre términos medios (ni blando ni duro, ni líquido ni sólido). Lo esencial de las huellas no consiste en que perduren en el tiempo sino en el hecho de ser vistas y reconocidas como tales. Al fin y al cabo, ¿cuál es el sentido de unas huellas que no sean seguidas? Debe ser, por tanto, también un suelo transitado.
Pues el problema no son mis huellas sino las de aquellos y aquellas (y también las de aquellas cosas) que me han hecho y siguen haciéndome quien soy. El problema es entender este mapa cambiante de ires-y-venires entre los que parezco perderme y re-encontrarme; este laberinto donde sueño con encontrar, al fin, un lugar para plantar algo que merezca llamarse "libertad".