Desde Berlín
Berlín lo recibe a uno por la Autobahn con una linda estatua del osito insignia de la ciudad, clavada en medio de los seis carriles en los que ningún objeto se mueve a menos de 120 km/h. La atmósfera que se respira en la ciudad, desde el primer momento en que uno pone un pie al frente de la estación del Zoologischer Garten, es deslumbrante. El contraste con Hannover es evidente. Mientras que Hannover es una ciudad reconstruida práticamente por completo y sumamente ordenada, algo estática, aquí todo está en movimiento, en tránsito... de nuevo (como en la ya extrañada Bogotá) comienzan a aparecer trayectos de más de 30 minutos en el transporte público.
Berlín es como dos ciudades fundidas en una sola. Eso no sólo se nota en los cambios en la arquitectura de los edificios, sino hasta en la forma de las calles, en la presencia de tiendas y en los dibujitos de los semáforos peatonales (los de Berlín Oeste son muy bonitos y ya los están conviertiendo en ícono, como tantas otras cosas).
Nos estamos quedando en un apartamento hermoso de una amiga que conocemos hace ya varios años. Con sólo dar una vuelta al barrio ya vimos al menos cinco locales interesantes para visitar.
Mañana asistiremos al XX. Congreso Alemán de Filosofía en la Technische Universität. Nos enteramos hace apenas tres días que había este congreso y decidimos venirnos de una. Espero hacer varios buenos contactos para el presente y el futuro académico y entender al menos un par de palabras. Va a haber varias conferencias con motivo del año Einstein y el profesor C. UIises Moulines, un mexicano muy duro en filosofía de la ciencia que enseña en München, va a estar por allá. Espero poder hablar con él al menos un minuto y entregarle la revista Saga con mi artículo de Carnap, que trata sobre un tema que él conoce muy bien, a ver qué piensa y a ver si la revista logra expandirse por estos lares.
Cada día es una nueva oportunidad para inhalar este sueño, esta extraña materialización de ilusiones, de expectativas, de intuiciones. Una nueva oportunidad para (re-)conocerme y para verme como nunca antes lo había hecho.
Va a ser muy bonito cuando vuelva a caminar al frente del Departamento de Filosofía. Creo que aquí he aprendido a valorar realmente (y a apreciar con un sentido cariño) lo que estoy viviendo en la UN...
Berlín es como dos ciudades fundidas en una sola. Eso no sólo se nota en los cambios en la arquitectura de los edificios, sino hasta en la forma de las calles, en la presencia de tiendas y en los dibujitos de los semáforos peatonales (los de Berlín Oeste son muy bonitos y ya los están conviertiendo en ícono, como tantas otras cosas).
Nos estamos quedando en un apartamento hermoso de una amiga que conocemos hace ya varios años. Con sólo dar una vuelta al barrio ya vimos al menos cinco locales interesantes para visitar.
Mañana asistiremos al XX. Congreso Alemán de Filosofía en la Technische Universität. Nos enteramos hace apenas tres días que había este congreso y decidimos venirnos de una. Espero hacer varios buenos contactos para el presente y el futuro académico y entender al menos un par de palabras. Va a haber varias conferencias con motivo del año Einstein y el profesor C. UIises Moulines, un mexicano muy duro en filosofía de la ciencia que enseña en München, va a estar por allá. Espero poder hablar con él al menos un minuto y entregarle la revista Saga con mi artículo de Carnap, que trata sobre un tema que él conoce muy bien, a ver qué piensa y a ver si la revista logra expandirse por estos lares.
Cada día es una nueva oportunidad para inhalar este sueño, esta extraña materialización de ilusiones, de expectativas, de intuiciones. Una nueva oportunidad para (re-)conocerme y para verme como nunca antes lo había hecho.
Va a ser muy bonito cuando vuelva a caminar al frente del Departamento de Filosofía. Creo que aquí he aprendido a valorar realmente (y a apreciar con un sentido cariño) lo que estoy viviendo en la UN...